Actualmente, el modelo económico predominante de consumo se basa en el principio de "usar y tirar", lo que implica un ciclo constante de producción, uso y desecho. Este enfoque genera una enorme cantidad de residuos, contribuyendo al agotamiento de los recursos naturales y provocando una creciente presión sobre los ecosistemas. Además, la acumulación de estos desechos y la continua explotación de recursos no renovables aceleran el calentamiento global, intensificando el cambio climático y sus impactos en la biodiversidad y las comunidades humanas.
Es urgente adoptar un modelo más sostenible, basado en la reducción, reutilización y reciclaje, para minimizar el desperdicio y promover un consumo responsable que permita preservar los recursos del planeta para las generaciones futuras.